Jesús Bravo

Jesús Bravo

Guía de autopublicación: El primer paso

Bienvenido a esta de guía de autopublicación. En ella no pretendo darte fórmulas magistrales, ni mostrar únicamente lo tortuoso del camino. Es simplemente un ejemplo de experiencia real, de cómo fue mi recorrido en la autopublicación de un libro en formato físico y los pasos que seguí para ello. El libro en cuestión es El pájaro de fuego, que puebla con sus ilustraciones toda la página web. Te contaré aquello que salió bien en el proceso, lo que no salió tan bien, qué mejoraría a día de hoy y si repetiría o no el mismo camino.

En este primer paso de la guía para autopublicar hablaremos de la corrección de nuestro manuscrito, pilar imprescindible a la hora de sacar adelante nuestro texto en las mejores condiciones. Así que, si te apetece, comencemos por el principio.

UN AUTÓGRAFO PARA JORGE

Recuerdo que un día llevaba un libro recién comprado bajo el brazo. Tenía a su autor justo delante, dispuesto a estampar su firma entre las primeras páginas. Cuando llegó mi turno se lo entregué, lo abrió y comenzó a mover el bolígrafo de un lado a otro. A continuación, me lo devolvió y compartimos unas últimas palabras antes de dar media vuelta.

Nunca me detengo delante del autor a leer la dedicatoria, entre otras cosas, porque me da vergüenza. Sí, lo sé, pero es algo que no puedo evitar. Finalmente me alejé, salí del edificio donde estaba y abrí el libro para leer lo que me había escrito. Y, aunque no recuerdo exactamente las palabras que me dedicó, sí recuerdo un «para Jorge». El inconveniente principal radica en que no me llamo Jorge. Bueno, siempre me quedó el consuelo de que, al menos, acertó la primera letra.

AUTOPUBLICAR ES UNA CARRERA DE OBSTÁCULOS

Con la anécdota anterior quiero hacerte ver que el camino en esta guía de autopublicación puede ser algo parecido al ejemplo de la firma: tus intenciones son buenas, pero siempre puede haber obstáculos por el camino que te impidan que sea sencillo, bueno e incluso agradable. Yo iba contento y feliz con mi libro para recabar una firma, y ahora llevo varios años buscando al tal Jorge para entregarle la dedicatoria.

Decirte que lo que yo autopubliqué era un cuento, como te he comentado antes. Y sí, puede que haya diferencias entre autopublicar en papel un cuento y una novela, pero en esencia el camino a recorrer viene a ser el mismo. Eso sí, desde ya te aviso que para llevar a cabo una empresa así debes contar con tiempo y dinero. Y ambos están unidos por algo muy importante: el esfuerzo. Si estás dispuesto a invertir estos tres elementos, y todas sus posibles ramificaciones, entonces te invito a iniciar este viaje conmigo.

HE TERMINADO MI NOVELA. ¿HE TERMINADO MI NOVELA?

Como diría Manolo García: «Si he de ser sincero…» la inmensa mayoría de lo que escribo son relatos. Supongo que estarás de acuerdo conmigo en que una de las cosas que más pueden gustar, que mayor satisfacción puede ofrecer, es la de terminar un relato. Sobre todo de esos que son muy extensos, con una idea que lleva tiempo rondándote la cabeza, que tienen mucha preparación y son enrevesados en sus argumentos y personajes.

Sin embargo, no hay nada más peligroso que terminar nuestro texto. O puede que sí. De hecho, quizá más peligroso que finalizarlo sea darlo por finalizado. Y es que es, en ese preciso momento, en el que todos tus sentidos tienen que estar enfocados en tu manuscrito. No olvidemos lo básico y esencial: la autopublicación de nuestra novela es completamente nuestra responsabilidad.

Mi libro, que como te dije antes, era un álbum ilustrado. Dicho de otra forma: tenía muy poco texto. Si no recuerdo mal, el definitivo llegó a ocupar una hoja de Word. Teniendo en cuenta esa extensión, te prometo que no fueron pocas las veces que repasé el manuscrito: diálogos, mayúsculas, tildes, comas, puntos, espacios… De arriba abajo, decenas de veces. Incluso se lo enseñé a mi familia, para que pudieran echarle un vistazo. Recuerda: todo entraba en una hoja de Word.

Guía de autopublicación. Alguien escribe a bolígrafo en unos papeles dispuestos en una mesa. Al fondo, una taza de lo que podría ser café.

UN DETALLE LO CAMBIA TODO

Nunca olvidaré aquella anécdota de un oficinista que utilizaba el correo electrónico. Lo usaba tanto, que decidió añadir una firma automática en cada envío. Pues tiempo, mucho tiempo después, se percató de que había estado enviando, en esa firma, un maravilloso «muchas gracias y un salido». Nunca hay que infravalorar el poder de una letra o de cualquier detalle, por nimio que pueda parecer.

Por eso créeme cuando te digo que, aun así, no fue suficiente que revisara tantas veces mi archivo, aquel que ocupaba una hoja de Word. Varios meses después de tener el libro en mis manos, ya impreso, brillante y reluciente, me topé con una errata. Pero era una tan sutil, tan liviana, que aunque hubiera tenido la oportunidad de darme voces, la habría sentido como un susurro. Ojalá hubiera podido verme la cara. ¡No podía creerlo! Sin embargo, ahí estaba, riéndose de mí.

Sí, lo sé, mientras escribimos no prestamos toda la atención a posibles errores, o al menos no tanto: «Ya lo revisaré cuando acabe». Llegamos incluso a escribir de forma automática, dejándonos cosas por el camino, como palabras incompletas o mal escritas. Y es que, aunque estemos atentos, puede que tengamos delante un error y ni nos demos cuenta de que está ahí. Eso suele suceder, entre otras cosas, porque hemos estado mucho tiempo con nuestro texto. Conocemos cada parte, lo que va aquí y allí, y es casi como tener un cuadro en casa: que de verlo todos los días no sabríamos discernir ni de qué color es el marco. O con el ejemplo del correo electrónico de antes. Pues aquí sucedería lo mismo.

Es por eso que, de vez en cuando, es bueno dejar reposar nuestro manuscrito. Puede que encontremos cosas que están mal y las corrijamos, pero también tendemos a encontrar algo que está bien escrito y lo modificamos hasta dejarlo en algo extraño, confuso, que hace que nos arrepintamos de haberlo cambiado. Yo, por ejemplo, desisto de ponerme a escribir o a corregir algo cuando llega la noche. Sobre todo, bien entrada la madrugada.

También puede llevarnos al error el desconocimiento de algunas ramas de nuestro lenguaje. Personalmente, tuve la ocasión de realizar un curso de corrección y me sorprendí de la cantidad de normas que desconocía. Incluso con algo tan sencillo y que usamos a diario como las mayúsculas. Créeme, te sorprenderías. Pues si la famosa errata silenciosa se me apareció en un texto tan, aparentemente sencillo, imagina qué podría pasar si el manuscrito se transforma en una novela de trescientas, cuatrocientas, quinientas páginas.

EL QUID DE LA CUESTIÓN

Si hay algo que aprendí, y que te cuento en este primer paso para autopublicar, es que no hay texto sencillo ni pequeño. Todo lo que escribamos, sean dos líneas, sean quinientas páginas, debe soportar toda nuestra concentración para sacar un texto final lo mejor posible. Y es por esto que el primer paso para autopublicar es, sin duda, llevar a cabo una corrección profesional.

Yo lo descubrí tarde y, a día de hoy, no intentaría enviar a una editorial un texto terminado si no fuese pasando antes por un corrector. Es más, yo recomendaría, no solo una corrección ortotipográfica, sino también una corrección de estilo.

Una goma de borrar deja un pequeño rastro de viruta después de haber sido utilizada.

TIPOS DE CORRECCIÓN DEL TEXTO

Como mencionamos anteriormente, el primer paso para autopublicar será la corrección del texto. Para ello no viene nada mal conocer qué tipos de correcciones hay y cuáles son algunas de sus características. Aquí te dejo unas pinceladas:

Corrección ortotipográfica

Se corrigen todos aquellos errores que tengan que ver con la ortografía, la puntuación, la unificación de criterios (cursivas, comillas). Se revisan la repetición de sílabas en líneas consecutivas, las viudas y huérfanas, el doble espaciado, los espacios de más. También si se ha escrito bien alguna cifra, si hemos situado correctamente las sangrías. O los extranjerismos, los coloquialismos, los latinismos, la tipografía. En fin, todo lo relacionado con las normas lingüísticas establecidas.

Corrección de estilo

Al contrario de lo que puede parecer, no es una corrección que cambie el estilo del autor, ni mucho menos. Se trata de usar el estilo propio del autor como base para pulir el texto. Es una corrección más compleja que la anterior, porque corrige el léxico, las repeticiones de palabras, las ambigüedades, los neologismos. También se trabaja la concordancia, la coherencia, el ritmo de las frases, la cantidad de subordinadas; todo ello muy importante a la hora de comprender lo que se está leyendo.

Si quieres saber más sobre corrección de textos, en esta charla con Elena Hernández puedes aprender mucho más sobre ello:

¿GASTO O INVERSIÓN?

Sé que está feo hablar de dinero, pero en este primer paso interviene de pleno. Sin embargo, sabiendo que tienes que llevarlo a cabo, no debes pensar en ello como un gasto, sino como una inversión. Párate a pensar por un momento en cómo se sentiría un lector si, al abrir un libro recién comprado, con toda la ilusión del mundo por leerlo, descubriera una errata en la página dos, luego otra en la cinco, dos seguidas en la nueve. Ponte en su lugar. Su concentración por seguir la historia se desvanecería al instante y únicamente pensaría en cuándo le asaltará el próximo fallo escondido tras un arbusto.

Entonces, el lector cerrará el libro y no volverá a abrirlo. Con suerte no lo usará para encender la chimenea de casa, en una fría noche invernal, aunque sí para calzar la mesa camilla donde juega al dominó con su tía Enriqueta. Y lo peor de todo es que se habrá quedado con nuestro nombre y nuestros apellidos. Vamos, que hablará de nosotros de forma negativa hasta en Tripadvisor. Cada vez que nos mencionen, vendrá a su cabeza aquella coma asesina de la novena página o aquella tilde mal situada. Solamente de pensarlo me dan escalofríos, y todo eso podrías haberlo evitado invirtiendo en un corrector para tu texto.

¿No te he convencido? De acuerdo, piensa un minuto en todo el trabajo que has invertido en tu manuscrito. Las horas, el esfuerzo, el haberte perdido aquella noche de cine con tus primos o esa fiesta de cumpleaños. Y ahora, justo cuando has terminado, olvidas el paso de la corrección. ¿Por qué echar por tierra todo ello? No olvides que, si tú no te preocupas de tu trabajo, de tu relato, de tu novela, ¿quién lo hará? Recuerda que la autopublicación es nuestra responsabilidad.

Una libreta naranja, sujeta con una goma negra, reposa sobre una superficie blanca.

BUENO, NADIE ES PERFECTO

Para dejarte un mejor sabor de boca, recordarte que la perfección no existe. Que, aunque alguien experto realice una corrección de nuestro texto, siempre podrá dejarse algo por el camino, porque ni él ni nosotros somos máquinas. Queramos o no, aunque nos tomemos muy en serio la autopublicación y corrección del texto, y aceptemos la responsabilidad, la posibilidad de meter la pata siempre está ahí. Pero, sin ser nada bueno en números, me equivoco poco al decir que tener dos errores siempre será mucho mejor que tener treinta.

EL CAMINO SIGUE…

Antes de finalizar este primer paso de la guía para autopublicar, un pequeño consejo: ¡nunca olvides hacer copias de seguridad de todo lo que escribas! Con errores o sin ellos, sin copia de seguridad, tu texto sí que puede sufrir. Y tú, más de un dolor de cabeza innecesario. Así que, recuerda: no backup, no party.

Espero haberte ayudado para darte a conocer mejor la corrección de textos, y lo importante que es realizarla después de haber finalizado tu manuscrito. Ojalá tomes la decisión correcta y te decidas a ello.

Te invito a que me comentes cualquier cosa que se te pase por la cabeza en este enlace: preguntas, dudas, sugerencias, consultas… Recuerda que esto acaba de comenzar y que seguiremos con más pasos de la guía de autopublicación. Y si te ha gustado el artículo y te apetece compartirlo, te lo agradeceré eternamente. Muchas gracias por tu atención y nos leemos en el próximo. Hasta entonces, buena escritura.

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